Emprender es un camino lleno de incertidumbre sobre lo que pasará mañana. Tienes que estar con los ojos bien abiertos para saber aprovechar las oportunidades que se te irán presentando y tomar acción para que en realidad se conviertan en resultados positivos.
La verdad es que nadie nos enseña a emprender; podrás leer un libro, tomar un curso, entrar a una incubadora de negocios o asesorarte con un experto, pero no hay una fórmula que se pueda seguir al pie de la letra porque cada idea de negocio es diferente y por su misma naturaleza, las situaciones a resolver varían.
Un punto importante que no debes dejar de lado es que, en algún momento las acciones que tomes frente a cualquier situación pueden no darte el resultado que tanto estabas buscando. Tropezarás y es normal. Quítate el miedo a ello, porque necesitas que pase eso para seguir aprendiendo y mejorando.
Es muy importante que separes a las personas de sus acciones; no porque hayas tropezado una vez quiere decir que seas un fracasado. Pero cuidado, tampoco por el hecho de que un día hayas preparado un rico pastel, significa que eres el mejor repostero del mundo. No dejes que tu mentalidad te deforme, aprende a ser como un resorte.
Podrás apachurrarte por algún tropiezo o estar emocionado porque conseguiste cumplir algún objetivo que tenías en mente, pero es necesario que regreses al centro y desde ahí avances nuevamente. Así como un resorte, que absorbe la energía y se desprende de ella misma sin perder su forma original. Tener ganas es parte clave de este proceso, independientemente de a cuanta presión estés sometido o de los comentarios negativos y envidiosos de las personas que te rodean. Desarrolla esa capacidad de no bajar los brazos y haz lo necesario. Porque la diferencia entre el querer y el tener, radica precisamente en el hacer.